EXAMIGAS...¿LA PEOR RUPTURA? 1 parte

Los romances llegan y se van, pero las amigas son para siempre...¿o no? Las amistades también requieren cuidados, y perder una puede rompernos el corazón.


María y Ángela se hicieron muy amigas en primaria. Con apenas cinco años. las sentaron en la misma mesa, se miraron tímidamente y, desde entonces, lo han compartido todo. Lo bueno y lo malo. Las fiestas de cumpleaños de la infancia, la edad del pavo, los problemas familiares, los exámenes de la universidad, las decepciones sentimentales y los triunfos profesionales. María es la madrina del primer hijo de Ángela y viceversa. Se quieren, se admiran y se apoyan. Se divierten juntas y no existen secretos entre ellas. Hasta que un día en una cena, Ángela se enzarza en una discusión con el marido de María que acaba en batalla campal. Las protagonistas de nuestra historia no vuelven a cruzar una palabra en su vida: 40 años de amistad que se esfuman en cinco minutos de agrias palabras. O por una ausencia inexplicable cuando más te necesitaba. Un comentario demasiado sincero. Un whatsapp que nunca debería haberle llegado. Una aventura con su exnovio. Un viaje en el que todo salió mal. Un secreto que dejó de serlo....

Prohibido traicionar.
¿A quien no le ha pasado algo así? ¿Quien no carga en su mochila con la ruptura de una amistad que aún le pesa como una losa? Una cosa son las amigas a las que no volvemos a ver porque nos cambiamos de colegio, de barrio o de trabajo,  a las que vamos dejando en el camino porque tenemos una nueva pareja o nuestros intereses evolucionan de manera diferente. Y otra muy distinta es tomar la decisión de separarse por un hecho concreto y doloroso: además del distanciamiento natural porque dos personas cambian, el motivo más común para acabar con una amistad es una actuación o un malentendido que no se aclara por una de las partes o las dos se sientan decepcionadas o traicionas. En estos caso, el fin de una amistad puede ser tan traumático como una ruptura sentimental.

El primer circulo.
Y es que los amigos marcan nuestra existencia tanto o más que nuestras relaciones amorosas. El circulo de amigos, como la pareja y la familia, se encuentra en el grupo primario de la persona, el más duradero y el que más afecto nos da. Forma parte del proceso de socialización y sin él es imposible desarrollar la personalidad. Por tanto, , al perder un amigo podemos llegar a sufrir tanto como con una separación amorosa o el alejamiento de un familiar. Además, la amistad, que suele resistir mejor el paso del tiempo que las relaciones de pareja, parece estar fuera del alcance de los problemas que perturban a estas, pero no es así: la amistad es un sentimiento más exigente que el amor. No tolera la traición y es casi imposible reconciliarse de la noche a la mañana.
Para determinar el sufrimiento que provoca, tenemos que tener en cuenta aspectos como la edad, las habilidades sociales o el temperamento de la persona, como es la relación en sí y el lugar en el que posicionamos a esa amiga en nuestra existencia.

Las personas al involucrarse emocionalmente con sus amistades y compartir confidencias, se vuelven vulnerables en esa relación. Por tanto, cuando una unión de este tipo se termina desencadena sentimientos negativos, como la decepción, miedo, ira o inseguridad. Y el dolor se agrava cuando la amiga se aleja sin decir palabra, entonces la sensación de rechazo es mayor, porque se desconocen las razones que han provocado el final y se produce un cierre en falso.

Pensamos en las cuatro chica de Sexo en Nueva York. Ellas encarnan a la perfección lo que debe ser una amistad: una unión afectiva que se basa en la comunicación, la reciprocidad, el cariño, la afinidad y el desinterés. También en la empatía, la confianza, el respeto, la lealtad, la tolerancia, la cordialidad...Ellas funcionan como DÁrtagnan y los tres mosqueteros: una para todas y todas para una. La enésima decepción sentimental o una duda existencial y convocan un gabinete de crisis a cualquier hora del día o de la noche. Incluso si se enfadan, siguen el protocolo (hay quien no coge el teléfono o no contestan a los mensajes). Pero así sólo empeoramos la situación. Conviene hablar con sinceridad pero sin ofender. compartir tus sentimientos, asumir las acciones que provocaron el conflicto y escuchar a la otra: es recomendable echar la vista atrás y acordarse de todo lo que nos une. Salvar una amistad casi vale la pena. Tenemos derecho a cometer errores y, si no es una traición profunda, los malentendidos pueden resolverse. La reconciliación es posible y frecuente, sólo hace falta dialogar y voluntad de hacerlo.

La cosa cambia cuando nos referimos de amistades tóxicas. Esas que, en vez de hacernos crecer y reconfortarnos, nos provocan sentimientos negativos. La amiga que te vampiriza y te chupa hasta la última gota de sangre sin darle nada a cambio. La que te envidia por todo lo que tienes. La que te hace sentir inferior. La que no conoce el significado de la palabra confidencia...¡Qué pesadilla! En estos casos, una ruptura a tiempo es una victoria, aunque curiosamente, a veces preferimos soportar una relación que nos amarga la existencia a decir ¨hasta nunca¨.¿ por qué? Pues porque la ética de la amistad es muy fuerte, lo que hace muy difícil poner fin a una. Incluso cuando ha dejado de ser divertido, nos sentimos terriblemente culpables por ello, como si se tratara de un fracaso personal.
Por eso, lo más común es alejarse poco a poco de la amiga y cruzar los dedos para que el problema se solucione por sí solo. Pero ponerle punto final es mas expeditivo y tiene su recompensa. Las consecuencias para la persona que acaba con la relación son duras: tristeza, culpa, remordimiento, miedo, incomodidad, enfado... No obstante, en casos de relaciones perjudiciales, esas que te decepcionan continuamente, los sentimientos que genera una ruptura puede ser muy positivo: liberación, bienestar, tranquilidad...


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